El Tiempo

EL TIEMPO



Como la miel me atrapa.
Inherte, derretido.

Como sus ojos huecos,
desvencijados cajones

profundos como el pozo
donde lavan los

solitarios corazones.

Así, comienzo a odiarte.


Como la estepa
sedienta
de besos
y de olvido.

Allí, veo tu arena acabarse.

Tu sigilo tormentoso
en la carcoma.
Polvo.

Eso eres.


Si tu frágil cuerpo
quebrantase,
pensaría tus labios
traicioneros,
besaría el cristal
de la soledad.
TÚ,

impredecible,

casual,

luz,

penumbra.


Sólo el tiempo

permite olvidar.


Y yo,

no tengo tiempo.


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Arrivederci



Cruzo una vez más el amanecer abriendo carreteras con cadenas y pedales. Huele a caucho caliente, y a eucalipto. Un pequeño pájaro vuela a mi lado, me invita a bailar en picado. Olvídame. Ruedo bajo aquel sombrero de paja que me regalo Joan hace dos veranos, mientras me encuentro en la soledad de mi cara desnuda y el abrazo vestido de recuerdos. Me hubiera venido bien tener unas gafas, pero no me gustan las de aquí (no hay), aquí, en este poblado de casas arenosas y caminos salvajes no hay reloj, no hay semáforos, aquí no estas tú. Ahora desde el ordenador a 40Km de esa paz mis palabras intentan retener un instante, un lugar, un recuerdo, a tí.

Quisiera poder vivir aquí por siempre, en esta pequeñez infinita, a 361.768.170.080.4798 Km de esa bandera de revolución imposible.

El cielo parece desgarrarse entre las montañas olvidadas en esa gran estanteria empolvada. Los caballos son libres fuera de su caja.

En la lejana Italia resurge el amor y la humanidad,
aquí comienzo a vivir.

Ciao Italia, ciao.

Anámnesis

Anámnesis



Me despierto recordando el olor de la tierra caliente y el viento abrasivo sobre mi cara. Recuerdo mi olor, el de la gente, el olor a fuego por las noches y las cenizas volando en la mañana. Es un recuerdo, lo sé; se acerca al pasado cercano intensamente. Mi madre toma fuertemente mi mano, no quiere perderme. Una celebración. Los collares saltan alrededor de las brasas, bailan con Ellos. Todavía no estoy preparada, no quiero soltarme, quiero estar allí, junto a Ellos, con ella. Es la hora de los lobos y mi corazón aulla con la soledad de Amarok. La luna me acoge de nuevo, en el sueño, en el recuerdo.
Conocer es recordar. Hoy se prefiere olvidar a recordar, no pensar ni pensarse. Me acerco al pasado, me recuerdo estoy casi segura. Tenemos que despertar y conocernos, quizás descubramos el verdadero origen, aquel que nos mantiene unidos a la Tierra, a la naturaleza.

Despertemos, es hora de recordar.

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Saturno

Saturno



La cama está fría, me evita la noche en que mi voz no alcanza a tocarla. Su polvo aún yace en mi garganta, en la profundidad del abismo nublado y el aullido del silencio. El aire me pesa, plomo, saturnismo, quizás sea eso lo que amarga un poco más la realidad. Degradación: Etta a Janis, fabulosa degradación. La cama está fría, rechaza el calor de los cuerpos, de la luna y la taza de tila. -Niña, mira por donde vas. No sé donde estoy. No veo la luna. Sombras y barbas grotescas, un dedo inquisidor, una quema de brujas en el s.XXI. Caigo tras el fiat azul y despierto desapercibida, sin luna, aún sin sol, perdida e inhundada de agua reciclada matinal. Mis pasos tiemblan dirección Este. Ahí está mi casa, bañada y desapercibida, como yo. Aún tintinean las farolas, (eso creo), el zumbido de la luz ensordece mis oídos. El mundo se detiene, las voces se callan y las luces continúan apagadas. La puerta se abre. Mi cama sigue fría. Seguirá fría. (Está fría).

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