Árido

Vientre Desierto


Árido

No esconderás
el miedo,
                (ni siquiera de tí).

El error radica en
tu sonrisa de tormenta
llena de sangre de otras
lenguas aún más lejanas.

Ya buscaste un maniquí
para que abrace tus pesares
por un tiempo límite
de dos noches y media.

Ahora, el minutero
busca ser segundero
como persiguiendo
el círculo perfecto
que marca el ritmo
de mi vida maldita.

Eres única persona,
                            como todos,
para mí,
adorno de escaparate
moderno ya viciado.

Aunque cambies
de chaqueta y abrigo en invierno
y de chanclas y bañador en verano,
engordes o adelgaces 3 kilos,
ya sabes,
que es inevitable
seguir aquí,
desgarrada,
esperando
tu eco difuso
en mi tierra estéril.
Soñar tu regreso,
ansiarte de nuevo
bajo la sábana blanca
y quererte así para siempre,
(como entonces).

Nuestras miradas se cruzaron
siendo conscientes,
en ese mismo instante,
que la soledad
ya había anidado
en nuestras rodillas.

Y andar por el desierto de tu rostro vuelto,
y respirar bajo el vientre maternal
que todo cobija y socorre,
es saber que no queda ya qué decir,
ni qué buscar Allí.

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Necropsia


Frida Kahlo. La Columna Rota (1944)



Mi Cuaderno



Necropsia

Ya es hora de olvidar viejos miedos
y lanzarse a la vida.

Acabar con el cuaderno significa
renunciar a 150 gramos de existencia
y perder el rumbo que me mantuvo
asida a este raíl por el que ya no pasan
más trenes, ni verbos, ni nombres.

Ya es hora de olvidar viejos miedos
y soltar la mano de una maldita vez.

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Naturaleza inválida

Ron Mueck, Autorretrato

Naturaleza inválida


Soy egoísta
porque escribo poesía.

Soy egoísta
porque te quiero.

Soy egoista porque
MI soledad es MI única
forma de amarte.

Soy, yo, MI propia
idea de ser perfecto,
terminado de muerte.

Soy una verdadera
extranjera en MI propio
egoísmo racional y devastador.

Ser egoísta implica afirmar
sentirse humano.

Y eso es algo que nunca me perdonaré.

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Notas previas a una despedida

Jack Delano, 1941



Notas previas a una despedida:



No hay infancia
sin exilio
 No hay voz
sin lengua
 No hay miedo
sin presa
 No hay pared
                     ni suelo.
 No hay rincón
de cal           
                     ni blanco
(sin tí).

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