Carta desde mi infancia



Esta tarde lluviosa recuerda el vals de Amelie bajo un paraguas moteado, mientras una caja de música suena en el escaparate de una juguetería empolvada. Mis ojos brillan como entonces, como cuando era niña. Saltaba los charcos de barro y bebía el jugo de las nubes exprimidas en verano. Un cigarrillo con gabardina me observa sin querer y yo viajo a la infancia...
Weimariano, ven, está lloviendo a cántaros, quiero ver llover contigo, vamos a aquel puente frondoso desde donde lanzamos piedras, quiero oler a hierba fresca, quiero que me acompañes en este viaje verde, Tú, pequeño Weimariano.


Cierro los ojos y una inmensa paz recorre mi existencia...La puerta se ha abierto y todos los monstruos escapan, es la noche de la fantasía.

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